sábado, 28 de mayo de 2016

EL PENDULO.

- ¿Que es estar enamorado? -Pregunto la señorita Olier a su profesor.

- No  sé. Es tan difícil saberlo - dijo él-. ¿Has dormido bien últimamente?

- Incluso, he tenido que tomar -respondió ella.

- ¿Como es eso?

- Fueron sólo unos tragos -dijo-. Apenas alcanzaron a marearme.

- ¿Quien te ha llevado a casa después?

- Mi tío víctor.

- ¿Has hablado con tu tío Víctor sobre el enamoramiento?

- No. Creo que no entendería.

- No vuelvas hacerlo, Olier. A tu edad no son convenientes los tragos. Además, ir a casa después de tomar es peligroso, podrías  cometer errores en el trayecto, ya sabes, la oscuridad, la hora, la soledad. ¿Has dormido bien después de tomar?

- No al principio, después, no recuerdo siquiera que tuve pesadillas hasta la mañana. Pero quiero saber ¿qué es estar enamorado?

- ¿Has tenido pesadillas con frecuencia?

- Sí.

- ¿Cuanto hace que estás con tu novio?

- Un mes -respondió ella.

- ¿Y qué ha pasado?

- Lo vi en el parque con otra chica. Había quedado de ir a visitarme, no lo hizo, salí en bicicleta y lo vi. Parecían enamorados.

- ¿Por qué dices que parecían enamorados?

- Lo vi en sus caras.

- ¿Y qué fue lo que viste?

- No sé, vi cierta complicidad, quizá el destello de un secreto compartido.
 
Una leve sonrisa iluminó el rostro del profesor; leve, sin la mínima intención de ofender. Leve,  como si el misterio estuviese resuelto.

- ¿Es eso de estar enamorado? -Preguntó ella dejado asomar en sus palabras temblorosas, su confusión.

- Eso, y algo más -respondió él- ¿ Cuantos novios has tenido en tu vida, Olier?

- Con éste dos.

- ¿Cuánto tiempo duraste con el primero?

- Dos meses.

- Y, ¿qué paso?

- Me traicionó. O sea que descubrí, a través de una de sus hermanas, que vivía con otra mujer y que tenía una hija con ella.

- ¿Quién traicionó a quién? -preguntó el profesor.

- No lo sabía -dijo ella.

- ¿Y para entonces, te dieron pesadillas?

- Siempre -dijo ella-. Aunque fui feliz con él, sufrí mucho -aseguró.

 El profesor buscó su mirada. Allí, en sus ojos se despertaba por primera vez la turbación.

- Estar enamorado es estar feliz -dijo él con calma-. El enamoramiento oscila entre la felicidad y el sufrimiento -agregó-. ¿Y ahora?

- Me aseguraré de no volver a tener pesadillas -dijo ella-. Ya no vale la pena el sufrimiento.

Se levantó entonces de la silla donde estaba sentada haciendo un ademán de agradecimiento se marchó. El profesor la vio sobrepasar el umbral y desaparecer. Pocas veces, de su rostro se desprendía un gesto de satisfacción tan prolongado.


YULIANIS ANDREA ZUÑIGA SANABRIA
DAYANA PALACIOS CORDOBA
GERALDINE SANCHEZ MARIN 11-02

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